miércoles, 17 de octubre de 2012

Expansión

Muchos sacerdotes y agentes de pastoral practican y aceptan los supuestos de esta teología en varios países de América Latina. La Iglesia Católica actualmente no apoya la Teología de la Liberación, argumentando que sus orígenes Marxistas no son compatibles con el Evangelio.


El movimiento de la Teología de la Liberación tuvo en sus inicios una fuerte inspiración Vaticana, no en vano, nació al amparo del Concilio Vaticano II. Durante cerca de veinte años se expandió por toda América Latina sin que hubiese críticas por parte de la jerarquía romana. Sin embargo, esta situación va a cambiar.


El Papa Juan Pablo II solicitó de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que entonces presidía el cardenal Ratzinger, que investigase a los teólogos de la liberación. Como consecuencia de estos estudios se publicaron en 1985 dos textos: Libertatis Nuntius y Libertatis Conscientia. En ellos se llegaba a algunas conclusiones:


1 - Desde un punto de vista teológico, el análisis marxista no es una herramienta científica para el teólogo, que debe, previo a la utilización de cualquier método de investigación de la realidad, llevar a cabo un examen crítico de naturaleza epistemológica más que social o económico.


2 - El marxismo es, además, una concepción totalizante del mundo, irreconciliable con la revelación cristiana, en el todo como en sus partes.


3 - Esta concepción totalizante impone su lógica y arrastra la Teología de la Liberación a un concepto de la praxis que hace de toda verdad una verdad partidaria, es decir, relativa a un determinado momento dialéctico.


4 - La violencia de la lucha de clases es también violencia al amor de los unos con los otros y a la unidad de todos en Cristo; es una concepción puramente estructuralista, para legitimar esa violencia.


5 - La nueva hermenéutica de los teólogos de la liberación conduce a una relectura esencialmente política de las Escrituras y a una selectividad parcial en la selección de los textos sacros, desconociendo la radical novedad del Nuevo Testamento, que es liberación del pecado, la fuente de todos los males.


6 - También entraña el rechazo de la Tradición como fuente de la fe y una distinción inadmisible entre el "Jesús de la Historia" y el "Jesús de la Fe", a espaldas del magisterio eclesiástico.


Lo cierto es que a partir de este momento las relaciones de la jerarquía con los teólogos de la liberación cambia. Se inicia la época de las críticas y las sanciones a sus representantes. Es la época de la reprimenda a Ernesto Cardenal, de la excomunión a Manuel Pérez… y más recientemente, las sanciones a Leonardo Boff o Jon Sobrino.

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